Han
pasado 85 días desde que decidimos salir en busca de otrxs paisajes... Y nos referimos a otrxs, como el espejo humano con el que es posible crecer y
compartir. Recorrimos parte de Centroamérica (Costa Rica, Nicaragua, El
Salvador y Guatemala) sorprendiéndonos con cada realidad, encontrando cuerpos y
voces que se solidarizaron desde su día a día con este andar nómada, dejándonos
ver que el tránsito es un movimiento inherente al ser humano, a la vida en
general.
Dejamos
de hacer planes y de usar celulares, re descubrimos otras maneras de
comunicarnos, más reales y cercanas a lo que estábamos viviendo de manera
individual y comunal. Ser paciente y saber ponerse de acuerdo es una tarea que
llevamos a cabo todos los días, sin que eso signifique que todo sea perfecto, pues
somos personalidades distintas…un mismo recorrido, tres viajes distintos.
Ahora
de vuelta en México, aún no aterrizamos y quién sabe si eso llegue a suceder.
Mientras
tanto estuvimos en Real del Monte, en el estado de Hidalgo, primer espacio en
el que abrimos nuestras mochilas para mostrar lo que había dentro del caparazón
caracolesco que acompaña esta travesía. Entre ropa, libros, notas, boletos de
bus, pasaportes, zapatos, fotos, cartas y demás artículos, los recuerdos e
instantes claves del viaje fueron apareciendo. Con apenas 16 horas de haber
llegado al país, intentamos asumir que estamos de regreso, con una perspectiva
más amplia de una latinografía que se puede conocer a través de libros pero que
sólo se entiende a través de la vivencia.
Días,
personas, datos específicos de cada país y miradas cómplices fueron parte de
esta intervención a las afueras del mercado, cortocircuitando la cotidianidad
para dialogar en torno a un viaje de vida que todos merecen realizar en algún
momento.
Estamos
entonces en una nueva etapa del viaje, al interior del país y al interior de
nosotras mismas. En el intento diario de la coherencia, la constancia y la
conciencia, desde una mirada del arte-acción como vehículo de reflexión y
transformación social y humana.
Agradecemos
a Lourdes Pérez Césari por ser mujer de lucha y abrir espacios de diálogo y
creación. Y muy especialmente a Kachas Murguera por ser compañera de viaje y hermana
de vida, sin la cual el vuelo hubiese sido distinto. ¡Seguimos en el camino!
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