“¡Utopía!”, gritan los malvados. “Sueño irrealizable”, dicen los (...) que tienen miedo a lo desconocido. Ni utopía ni sueño irrealizable. Cada vez que los progresistas quieren dar un paso adelante, los rezagados, los timoratos, los que necesitan sentir los codos de los demás y los que tienen interés en que no cambien las condiciones sociales y políticas existentes, lanzan ese grito fatídico: “¡Utopía!” (Flores Magón).
Porque
aquellas frases le son conocidas y le hacen vibrar las fibras del corazón,
porque se acuerda que en la fábrica, en el taller, en la oficina, es
protagonista real de ideas semejantes a las que en su presencia, en aquel
momento se figuran. Su entusiasmo crece y crece mucho más al ver retratado en
la escena al burgués sin entrañas, comerciante en carne humana, y al compañero
de fatiga que lucha bravamente por el ideal. (Joan Estruch Tobella).
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